Llevábamos tiempo dándole vueltas a qué hacer con la casa familiar del pueblo, demasiado grande para nosotros, pero con mucho valor sentimental. Después de mucho pensar, decidimos convertirla en un pequeño hotel rural, y la transformación ha sido increíble.
El proceso no fue fácil, pero contar con profesionales que entienden tanto de diseño como de funcionalidad hizo toda la diferencia. Supieron mantener la esencia de la casa, aprovechando su estructura original y dándole un aire acogedor y elegante. Ahora cada rincón tiene vida propia, y los huéspedes siempre destacan lo especial que es el espacio.
Ver la casa llena de gente disfrutándola ha sido la mejor decisión que podíamos tomar. Estamos muy contentos con el resultado.
⭐⭐⭐⭐⭐